Monseñor Isidoro Mora: “Me voy llorando también”

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El recién nombrado obispo de la Diócesis de Siuna, en el Caribe Norte, destaca por su sencillez y cercanía con la feligresía de San Ramón, Matagalpa, donde algunos ya lloran su próxima partida

Inclinado ante el Santísimo, monseñor Isidoro del Carmen Mora Ortega trata de asimilar la noticia: el Papa Francisco le ha nombrado como el segundo obispo de la Diócesis de Siuna, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte. Llora, teme, tiembla. “Señor, no soy digno de esto… Señor, que se haga tu voluntad”, dice ante Jesús Eucaristía.

“Sí, se me salieron mis lágrimas”, admite horas después, en la casa cural de la Parroquia San Ramón Nonato, donde ha ejercido como párroco durante los últimos casi 12 años. “… sentí temor y temblor, algo que no te pudiese decir con palabras, pero, si Dios me da la gracia, que se haga su voluntad”, agrega el sacerdote de 51 años y cuyo cabello comienza a blanquear.

Ahí, al pie de una imagen de la Purísima y una foto del Papa Francisco, en la sala de la casa cural, monseñor Mora ve en el retrovisor de su vida y la frase de “Señor, hágase tu voluntad”, dice que la tiene presente “desde siempre”, y la recuerda de hace un poco más de 30 años, cuando salió de la casa de sus padres en la comunidad El Cacao, del municipio de Darío, para encontrarse con una vocación que sintió quizá en su niñez. “(…) Si voy a ser sacerdote, es voluntad de Dios, ¡y aquí me tiene!”.

Los Mora de El Cacao

Monseñor Isidoro es el sexto de los nueve hijos –cinco mujeres y cuatro varones– de Isidoro Antonio Mora Ortega y Paula Ortega Vargas, un matrimonio de estrictas convicciones católicas.

“Mi padre era un hombre de oración, de iglesia, delegado (de la palabra), músico. Era un hombre de campo dedicado a eso y mi mamá, una mujer ama de casa, de iglesia, muy espiritual. Me dio una experiencia de que ella era la encargada de la capilla y de una imagen misionera, porque en ese tiempo no existía la parroquia en la comunidad”, recuerda el nombrado obispo de Siuna.

Pero, aquel ambiente de iglesia fue heredado por la abuela materna, Juana Vargas, quien se encargaba de atender al sacerdote que llegara en las visitas pastorales. Esas visitas eran la alegría de los pobladores de El Cacao.

De niño y también de adolescente, monseñor Mora jugaba beisbol. Defendía cualquier posición en el campo, porque lo importante era jugar y divertirse.

La guerra de los 80, durante el primer gobierno de Daniel Ortega, prácticamente se desintegró a la numerosa familia Mora. Cinco de los hermanos se exiliaron y solo cuatro quedaron en el país.

En ese tiempo, recuerda monseñor Mora, “pasé una época muy difícil (…) las madres en esa época escondían a sus hijos por miedo al servicio militar (…) eso hizo que pasara una temporada (encerrado) en mi casa”.

Ya con 19 años, confiesa, “empecé un proceso, tuve un diálogo muy personal con Dios y te digo, Dios no me aflojó”.

Pero buscando respuestas a sus inquietudes, el joven Isidoro emigró a Boaco, “no con intención de ser sacerdote”, admite, “pero iba a empezar en mi formación y mi camino comenzó en la Parroquia El Socorro, con el padre Juan Moreira…”.

Años después, entre 1996 y 1998, estudió Filosofía en el Seminario Mayor San Pedro Apóstol de Granada y, entre 1999 y 2002 estudió Teología en el Seminario Nuestra Señora de Fátima de Managua, siendo ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 2003.

“Desde su ordenación ha ocupado los siguientes cargos: vicario parroquial de San José en Matiguás y Nuestro Señor de Esquipulas (2003-2004); administrador parroquial de San Isidro y San Dionisio en Matagalpa (2004-2006); párroco de San Juan Bautista en Muy Muy (2007 – 2008). Desde 2009 hasta ahora ha sido párroco de San Ramón Nonato y vicario general de la Diócesis de Matagalpa”, refiere un boletín divulgado este 8 de abril en El Vaticano sobre el nombramiento de monseñor Mora como obispo de Siuna.

Monseñor Mora lleva casi 12 años como Vicario general de la Diócesis de Matagalpa, dirigida por monseñor Rolando José Álvarez Lagos. Trabajar de cerca con él, “es una experiencia grande, porque uno va conociendo…”.

Feligreses de San Ramon con sentimientos encontrados

Allá en el pequeño y antiquísimo templo parroquial de la ciudad de San Ramón, los feligreses esperan ver y felicitar a monseñor Mora, aunque algunos expresan tener sentimientos encontrados.

El nombramiento de monseñor Mora como obispo de Siuna, “me alegra mucho por él, aunque también lo vamos a extrañar cuando él se vaya de aquí porque ha sido un excelente sacerdote, ha sido un amigo, un hermano, siempre ha ido a visitar a los enfermos”, asegura Yahaira Lisbeth Centeno.

Otros feligreses coinciden en destacar la cercanía del religioso con su grey. Pero es que, en San Ramón, el padre Isidoro, como le llaman, considera que “he madurado, estamos cercanos (con los fieles), ellos me han visto crecer y envejecer, porque uno muy triste me decía, aquí monseñor vino con el pelo negro y se va con el pelo blanco… ¡Bendito Dios! Porque las canas no salen por casualidad y salieron aquí en San Ramón y me llevo ese regalo”.

Monseñor Mora se sumará a la Conferencia Episcopal de Nicaragua, de la que dice sentir “una comunión bastante bonita, (porque) toditos (los obispos) me han llamado y me he sentido acogido por ellos, y entonces yo pedirìa que sigamos orando por esa comunión entre los obispos”.

Monseñor Mora apunta que ahora tiene diversas expectativas sobre su próxima llegada a la Diócesis de Siuna como obispo, y “uno de los puntos importantes en los que trataré de llegar es en la familia, porque la fuerza de la iglesia está en la familia como semillero de vocaciones…”.

De los feligreses de Siuna, dice monseñor Mora, “estoy orando por ellos y pediría que ellos oren por mí, ya los llevo en mi corazón, que sepan que aquí tienen a n hermano, un amigo, un pastor y yo les pediría que ellos oren por mì para que nunca cambie… quiero llevar sencillez y humildad, que no esperen de mí muchas palabras rebuscadas, porque yo le pido a Dios que mis palabras sean vivenciales, que sepan que llega un amigo que quiere compartir con ellos y si Dios nos presta vida, que sea hasta que la muerte nos separe, como dice esa frase bella en el matrimonio”.

“Y aquí, en San Ramón, pues yo me voy llorando también (ríe). Me voy triste, pero así es esto, somos del Señor, somos de la iglesia, somos servidores y yo creo que siempre he estado abierto a eso (…) Dios hizo realidad mi pensar y mi sueño y hoy estoy aquí, y si me toca hacer una misión importante, pues que sea para la gloria de Dios y lo voy a asumir con mucha humildad y mucha fe en el Señor”, finaliza monseñor Mora.

Monsignor Isidoro Mora: “I’m going to cry too”

The newly appointed bishop of the Diocese of Siuna, in the North Caribbean, stands out for his simplicity and closeness to the parishioners of San Ramón, Matagalpa, where some are already mourning his next departure

Bowing before the Blessed Sacrament, Monsignor Isidoro del Carmen Mora Ortega tries to assimilate the news: Pope Francis has appointed him as the second bishop of the Diocese of Siuna, in the Autonomous Region of the North Caribbean Coast. Cry, fear, tremble. “Lord, I am not worthy of this … Lord, let your will be done,” he says before Jesus the Eucharist.

“Yes, my tears came to my eyes,” he admits hours later, in the parish house of San Ramón Nonato Parish, where he has served as parish priest for the last almost 12 years. “… I felt fear and trembling, something that I could not tell you in words, but, if God gives me the grace, may his will be done,” adds the 51-year-old priest whose hair is beginning to bleach.

There, at the foot of an image of the Immaculate Conception and a photo of Pope Francis, in the living room of the priest’s house, Monsignor Mora sees in the rear-view mirror of his life and the phrase “Lord, your will be done,” says he has it. present “forever”, and he remembers her from a little more than 30 years ago, when he left his parents’ house in the El Cacao community, in the municipality of Darío, to find a vocation that he felt perhaps in his childhood. “(…) If I’m going to be a priest, it’s God’s will, and here I am!”.

The Mora of El Cacao

Monsignor Isidoro is the sixth of the nine children – five women and four men – of Isidoro Antonio Mora Ortega and Paula Ortega Vargas, a marriage of strict Catholic convictions.

“My father was a man of prayer, of the church, a delegate (of the word), a musician. He was a country man dedicated to that and my mother, a housewife, a church woman, very spiritual. He gave me an experience that she was in charge of the chapel and of a missionary image, because at that time there was no parish in the community ”, recalls the appointed bishop of Siuna.

But, that church atmosphere was inherited by her maternal grandmother, Juana Vargas, who was in charge of attending to the priest who arrived during pastoral visits. Those visits were the joy of the residents of El Cacao.

As a child and also as a teenager, Monsignor Mora played baseball. He defended any position on the field, because the important thing was to play and have fun.

The war of the 1980s, during the first government of Daniel Ortega, practically disintegrated the large Mora family. Five of the brothers went into exile and only four remained in the country.

At that time, Monsignor Mora recalls, “I had a very difficult time (…) mothers at that time hid their children for fear of military service (…) that made me spend a time (locked up) in my house”.

At the age of 19, he confesses, “I started a process, I had a very personal dialogue with God and I tell you, God did not let me down.”

But looking for answers to his concerns, the young Isidoro emigrated to Boaco, “not with the intention of being a priest,” he admits, “but I was going to start my formation and my journey began in El Socorro Parish, with Father Juan Moreira. … ”.

Years later, between 1996 and 1998, he studied Philosophy at the San Pedro Apóstol Major Seminary in Granada and, between 1999 and 2002, he studied Theology at the Nuestra Señora de Fátima Seminary in Managua, being ordained a priest on September 20, 2003.

“Since his ordination he has held the following positions: parochial vicar of San José in Matiguás and Nuestro Señor de Esquipulas (2003-2004); Parish Administrator of San Isidro and San Dionisio in Matagalpa (2004-2006); parish priest of San Juan Bautista in Muy Muy (2007 – 2008). From 2009 until now he has been parish priest of San Ramón Nonato and vicar general of the Diocese of Matagalpa ”, refers to a bulletin released this April 8 in the Vatican on the appointment of Monsignor Mora as bishop of Siuna.

Monsignor Mora has been Vicar General of the Diocese of Matagalpa for almost 12 years, led by Monsignor Rolando José Álvarez Lagos. Working closely with him, “is a great experience, because you get to know …”.

Parishioners of San Ramon with mixed feelings

There in the small and ancient parish church of the city of San Ramón, the parishioners hope to see and congratulate Monsignor Mora, although some express having mixed feelings.

The appointment of Monsignor Mora as bishop of Siuna, “I am very happy for him, although we will also miss him when he leaves here because he has been an excellent priest, he has been a friend, a brother, he has always gone to visit the sick, ”says Yahaira Lisbeth Centeno.

Other parishioners coincide in highlighting the closeness of the religious with his flock. But it is that, in San Ramón, Father Isidoro, as they call him, considers that “I have matured, we are close (with the faithful), they have seen me grow and grow old, because a very sad one told me, here Monsignor came with him black hair and goes with white hair … Blessed God! Because gray hair does not come out by chance and they came out here in San Ramón and I take that gift ”.

Monsignor Mora will join the Episcopal Conference of Nicaragua, of which he says he feels “a very beautiful communion, (because) all (the bishops) have called me and I have felt welcomed by them, and then I would ask that we continue to pray for that communion between bishops ”.

Monsignor Mora points out that he now has different expectations about his next arrival in the Diocese of Siuna as bishop, and “one of the important points in which I will try to reach is in the family, because the strength of the church is in the family as a seedbed. of vocations… ”.

Of the parishioners of Siuna, Monsignor Mora says, “I am praying for them and I would ask that they pray for me, I already carry them in my heart, that they know that here they have a brother, a friend, a pastor and I would ask them to pray. for me so that it never changes … I want to bring simplicity and humility, that they do not expect many elaborate words from me, because I ask God that my words be experiential, that they know that a friend arrives who wants to share with them and if God lends us life, let it be until death do us part, as that beautiful phrase in marriage says ”.

“And here, in San Ramón, well, I’m going to cry too (laughs). I’m leaving sad, but this is the way it is, we belong to the Lord, we belong to the church, we are servants and I believe that I have always been open to that (…) God made my thinking and my dream come true and today I am here, to carry out an important mission, since it is for the glory of God and I am going to assume it with great humility and great faith in the Lord ”, concludes Monsignor Mora.

Tomado de : Mosaico de Matagalpa

Comunicador/a Intercultural

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